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Ramiro Ramírez Reyes: un hombre de leyes a la fiscalía

RAMIRO RAMIREZ REYES, un fiscal con sensibilidad humana y calidad de servicio.

Como dicen en mi pueblo “lo van a enseñar a parir”, pero de derecho nada…

Por Cecilio Pérez Cortés

Ponderar lo que sabe de leyes sería un pleonasmo. No está en duda su experiencia, menos sus conocimientos aprendidos en las aulas de la gloriosa Universidad Veracruzana y ratificados en la brega diaria, donde se hacen los profesionales, sorteando una y mil vicisitudes.

En tiempos donde lo que han perdido los políticos y servidores públicos es la sensibilidad humana, es donde vale la pena resaltar la participación de Ramiro Ramírez Reyes como aspirante a la titularidad de la Fiscalía General del Estado.

Al final, la Procuración de Justicia es un derecho ganado a pulso por la ciudadanía, pero se necesita, urge que se cumpla el término de expedita y si no es mucha molestia, con actitud.

Eso es lo que ha faltado, es de lo que ha adolecido esta importante práctica del derecho penal en el estado de Veracruz. Quienes llegan, se suben a un ladrillo y olvidan para que están ahí: para servir.

Se sienten todos poderosos, comienzan a ejercer el poder avasallando los derechos, humillando a quienes se deben y en muchos casos a enriquecerse gracias al dolor ajeno o poniendo al servicio de los delincuentes la justicia de Veracruz.

Sobran ejemplos, hasta el día de hoy –sí, incluyendo a Verónica- no hay un solo procurador o fiscal que no se sienta tocado por los dioses y pisotee y ofenda la dignidad veracruzana con su actuar.

Por eso resalta la participación de Ramiro Ramírez Reyes –el orgullo del sur de Veracruz- en este proceso de elección del nuevo Fiscal General. Es una gran oportunidad de quienes tengan que elegirlo, para reivindicar el derecho –principalmente el penal- en la defensa de los ciudadanos.

¿La diferencia? Ramiro Ramírez ha transitado desde muy joven en las siempre olvidadas y descuidadas oficinas donde se procura justicia. Conoce la conciliación en sus inicios, allí en el reclusorio de Acayucan.

Convivió con lobos de aquel entonces – Serapio Nieto, Felipe Majul, Francisco Garduza, Diego Ixba, el extinto Baudelio Baeza- pero siguió en firme en su convicción de servicio.

Eso lo ayudó a escalar en este difícil e intrincado mundo de las oficinas del Ministerio Público de entonces y las Fiscalías de ahora, pero sin perder su esencia, la sensibilidad y la empatía con la ciudadanía.

Es hombre de familia, un hijo agradecido con sus viejos que a base de esfuerzo le dieron la carrera; él taxista, ella su madre, una mujer de hogar, luchona a más no poder.

Su esposa, un puntal de la educación en Veracruz con muchos reconocimientos en su haber gracias a su dedicación.

Sus hijos son el reflejo de esa lucha por la vida, de esa tenacidad por alcanzar sus metas, buenos muchachos, apasionados deportistas.

Si importa el conocimiento, lo tiene y no lo alardea, lo aplica cuando debe de hacerlo con el toque del sentido común que lo caracteriza.

Pero –decía al principio- su condición humana es su principal carta de presentación; viene de ahí, donde el esfuerzo es el doble para sobresalir y nunca se olvida de sus orígenes. No hay duda que si se involucrara al ciudadano para tomar la decisión y se expusieran las cualidades de todos los participantes, el pueblo sabio se inclinaría por la calidez y sencillez, allí los lleva de calle Ramiro Ramírez Reyes, ojalá y lo tomen en cuenta los que decidirán por millones de veracruzanos.

¡Ah! Por si fuera poco, es beisbolista y representó a la Universidad y a Veracruz en justas nacionales e internacionales.

Es caballo como el Presidente de la República.

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