Ante la necesidad de albergues al sur de México, el INM prometió instalar 17 en Chiapas y Campeche para resguardar a migrantes.
EFE.- Decenas de familias de migrantes centroamericanos afrontan el rechazo en los albergues del sur mexicano, en medio de políticas más restrictivas, el despliegue de las Fuerzas Armadas y a pesar de las promesas gubernamentales.
En la ciudad de Tapachula, principal frontera con Guatemala, extranjeros de distintas nacionalidades acuden a pedir refugio en centros como Belén, de la Iglesia católica, pero les niegan el acceso con los argumentos de que no hay espacio o de que no reciben familias por la pandemia de Covid-19.
Tal es el caso del hondureño Norlan Hernández, quien acompañado de su esposa y su hijo, abandonó su país por amenazas del crimen, para llegar a México en busca de documentos y viajar al norte del país, donde su mujer tiene familiares, con el sueño de empezar una nueva vida.
“Primero anduvimos caminando varias calles y después encontramos un taxista que nos echó la mano y nos llevó a varios lugares, pero la situación es bastante difícil porque ya no hay lugares porque los albergues están llenos”, cuenta Norlan.
Saturación migratoria
Estas escenas ocurren en medio de cifras récord de flujo migratorio, como reflejan los datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza Estadounidense (CBP, en inglés), que detuvo en la frontera con México un histórico de más de 172,000 indocumentados en marzo, casi 19,000 menores de edad.
El Gobierno de México también registró en marzo un número récord de 17,445 migrantes presentados ante las autoridades migratorias y 3,139 menores no acompañados.
El Instituto Nacional de Migración (INM) prometió la semana pasada instalar 17 albergues en la frontera sur, en los estados de Chiapas y Campeche, para resguardar a cerca de 7,000 menores de edad solos o acompañados.
Pero en Tapachula las familias con niños menores de 5 años aún viajan por toda la ciudad en busca de refugio para evitar pasar la noche en la calle, mientras otros, como Leonardo, viajan solos.
Además de no encontrar una cama, se han topado con albergues como “El Buen Pastor”, que colocó un aviso para advertir que desde el martes 21 de abril se suspenden los alimentos a las personas ajenas al refugio.
Políticas restrictivas
Mientras los migrantes se quedan sin refugio y escasea el alimento, el Gobierno de México ha reconocido el despliegue de 12,000 personas, entre soldados, agentes migratorios y otros funcionarios, para frenar a los centroamericanos.
Alfredo Cruz, habitante del barrio de San Antonio Cahoacán, opina que el INM se ha convertido en un “gran muro de detención” para las personas migrantes.
Él, así como otros ciudadanos y organizaciones, exigen al INM y a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) no burocratizar los trámites de los extranjeros para no mantener a los migrantes atrapados en la ciudad.
“Porque Tapachula no les ofrece nada, no hay industria, solo es materia prima, no hay empleos, ¿y cómo atender a los migrantes que se han establecido en este municipio?”, expresa.
Reclaman refugio
En tanto, las solicitudes de migrantes que buscan refugio en México aumentaron un 31.63% anual en el primer trimestre de 2021, según la Comar, que documentó 22,606 peticiones de enero a marzo de 2021, lo que se compara con 17,174 registradas en el mismo periodo de 2020.
Cerca de la mitad de las solicitudes de 2021 corresponden a personas de Honduras, con un total de 11,574.
Un reflejo de ello son las escenas de las oficinas de Comar en Tapachula, a donde cada mañana llegan decenas de migrantes de Haití, El Salvador, Honduras y Guatemala para obtener una cita para comenzar su solicitud.
Con mochilas en manos, hombres, mujeres y niños permanecen deambulando y otros formados en las vallas metálicas que ha colocado la Comar para tratar de ordenarlos.
En el acceso principal de la oficina, un oficial federal los recibe para que vayan ingresando.
Pero los migrantes de distintas nacionalidades contaron que tienen que esperar de uno a tres meses para apenas tramitar una cita y después obtener un documento que les permita seguir su tránsito o en su caso estar legal en el municipio.
Mientras esperan, en el centro de la ciudad se han aglomerado cientos de haitianos que esperan que las autoridades les brinden los documentos para proseguir su viaje al norte del país.