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Contadora asesinada en Acayucan, marcada por la venganza

Ignacio Carvajal/Coatzacoalcos

Todo comenzó a finales de enero del 2017. Alvarado Santos Pérez, hermano de la contadora Mariana Santos Pérez, fue detenido junto a 11 personas más cometiendo presuntos delitos de portación de armas de fuego sin permiso y ordeña de ductos de Pemex.

La captura fue realizada por autoridades en el rancho Casa Blanca, en el municipio de Villa Oluta, muy cerca de la esquina donde hoy se alza la cruz por el homicidio de su hermana, la contadora Mariana Pérez Santos.

El acto criminal fue realizado delante de un niño de seis años, hijo de la víctima, la mañana del martes 22 del presente.

Abordo de una camioneta del grupo cañero Santos, ella trató de escapar de los agresores, pero chocó y resultó baleada.

Los sicarios tenían bien claro que no debían fallar, el blanco era la mujer de 26 años que casi siempre se hacía acompañar de su hijo chiquito.

A toda costa, la vida del pequeño debía ser respetada. Ese era el mensaje y fue entregado. Los niños no se tocan.

 

HISTORIA CRIMINAL

Tras su captura, Álvaro Pérez Santos terminó en el penal de Coatzacoalcos con el resto de sus coacusados.

Informes sobre los avances de la investigación por el homicidio de la joven contadora, indican que ella registra varios ingresos al penal Ostión Dupor de Coatzacoalcos, a donde llegaba a visitar a su hermano, y a otro detenido que iba con él.

Dentro del penal de Coatzacoalcos, Álvaro Pérez Santos siguió delinquiendo mediante el comercio de droga al menudeo.

Sus actividades comerciando estupefacientes le granjearon numerosos problemas y diferencias con otros internos que mantenían el control del Cereso, entre ellos con Ricardo Lozano Trujillo, alias comandante Córdoba, y con alias La María, los cuales, ante tantos problemas de autogobierno que generaban, resultaron sacados de ese penal para ser enviados a distintas cárceles del país, en noviembre de 2019.

Según las investigaciones, para costear los gastos de los abogados que lo ayudaron a salir libre, Álvaro Santos Pérez solicitó una fuerte suma de dinero a un jefe de la mafia que opera en el sur de la entidad, quien le extendió la suma solo con su palabra en prenda.

Con la ayuda económica en abundancia, Álvaro Santos Pérez salió libre, pero pasaron los días, los meses, incluso, el año, y nunca se reportó con quienes le habían ayudado a regresar a las calles.

Simplemente desapareció, hasta para su familia.

Tras dejar la cárcel, nunca más se supo de él, y la deuda fue heredada.

De las investigaciones, se desprende que a la familia de Álvaro Santos Pérez, en su domicilio de la colonia Revolución, de Acayucan, comenzaron a llegar avisos de sujetos extraños para que el joven se presentara y respondiese por la deuda.

Como no era localizado, los avisos se convirtieron en amenazas que Álvaro Pérez Santos nunca acató, dejó sola a su familia con la carga de la deuda, y con ello, el destino fatalista, historia muy contada, de cómo se resuelven esos agravios en el mundo sórdido.

Hasta la fecha, no se cuenta con noticias sobre el paradero de Álvaro Pérez Santos, mucho menos, del paradero de los asesinos de la contadora Mariana Santos Pérez, quien pasó a ser parte de la lista de mujeres que son ejecutadas en un contexto de la violencia derivada de las bandas de la delincuencia organizada.

Son al menos 10 muertes en la zona de Acayucan las que se cuentan en la semana, al parecer, producto de enroques y ajustes de cuentas entre las bandas criminales que se disputan las rentas criminales en ese corredor.

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